lunes, 27 de agosto de 2007

Gracias al siguiente poema, me fue dado por APOA (Asociación de Poetas argentinos) el segundo premio en las VIII olimpiadas colegiales de poesía, categoria B.
La producción no tiene título, por eso quiero que cada uno le ponga el que le parezca más apropiado. Si desean pueden comentarlo. Sin más preámbulo, he aquí el texto.


Mis hediondas entrañas sobre la mesada
y el crujir de mi vientre
gritan tu nombre.
Con hilachas de carne
me cosés la boca.

La sangre macerada
se mezcla con el alcohol.
La tomás comenzando nuestra liturgia.

Cada día me matás un poco más
para revivirme con tu sarcasmo.

De un mazazo
rompés los rótulos de mi corazón,
haciéndome olvidar mis antepasados.
Te veo, inagotable,
engendrar vida.

El resplandor de tus ojos
ilumina mi indigno ser.
Con el bisturí
me arrancás la miseria.

Soy un zángano
frente a tu belleza.
Un arcaico espectro humano
que busca mezclarse con la alquimia de tu rostro.

El epigrama ancestral dice que no te merezco
Y es por eso que dejaré
que mates mi materia
que calles mi conciencia
y que destruyas mi espíritu
con tal de amarte.

jueves, 2 de agosto de 2007

Sin título aún

Visto y considerando que con mi amiga Maira pasamos a la final de las Olimpiadas colegiales de poesía de APOA, y teniendo en cuenta que tenemos que escribir ese día un poema, con palabras que ellos nos den, decidimos hacer un pequeño ejericio de práctica, para la escritura. Salieron dos producciones muy interesantes, y quiero compartir con ustred, la mía (me encantaría que pudiera leer el otro texto, pero como no me pertenece, no lo publicaré sin el debido consentmiento)

A veces pienso
en lo oscuro de nuestras vidas.
En lo infeliz que me hacés
En lo absurdo que somos.

A veces pienso,
A veces siento.
Siento que sería feliz matando.
Que si me ensalzara en tu sangre,
todo lo malo cesaría.

¿Para qué seguir con esto?
¿Para qué nuestras dos hipocresías?
¿Para qué los besos,
las caricias, el amor?
¿Para qué la fidelidad,
para qué, para qué?

¿Para qué seguir engañándonos?
Engañándome.
A veces siento que me hacés feliz,
no te voy a mentir.
Pero después
siento una tremenda punzada en mi pecho,
que solo vos causaste.

Hoy, cuando la noche caiga,
voy a acercarme a la cama.
Te voy a mirar dormir,
y voy a imaginar
como mis manos
quiebran tu cuello.
Como disminuye tu pulso.
Imaginar.
Con cada suspiro te acercás más a la muerte.
Vas a abrir los ojos.
Y me vas a ver borracho de felicidad
matándote.
Y, finalmente,
el dolor terminará para ambos.

Imagino todo eso,
Y cundo toque tu blanco, y frágil cuello.
Te voy a mirar.
Me voy a acostar a tu lado,
Te voy a besar,
Y me dormiré pensando que aún hay esperanza.