lunes, 22 de octubre de 2007

HUELLAS EN LA ARCILLA

Plasmaste huellas en mi arcilla metálica. Una arcilla que se encierra en mi cráneo y baja por mi medula, para impregnar todo mi cuerpo, para hacerme yo. Una arcilla metálica que es la carne de mi pecho, y es quien forma a mis sueños –incluyéndote ahí-. Cómo el grito de un chancho es gravado en los recuerdos y el cuchillo del chico que debuta con la muerte, quedaron las marcas de tus manos en mi metal, como la muerte de un chancho.

Tal vez te fuiste, tal vez no existas, tal vez si, pero el espectro de tu rostro nunca saldrá de mi pecho ni de mi nuca, nunca.

martes, 9 de octubre de 2007

Veo como se aleja,

camina lejos de mí.

Tiene vida.

Los cinco deditos le sirven como patas.

Y se va,

mientras queda en mi muñeca,

solamente un muñón.

martes, 2 de octubre de 2007

A continuación, compartir quiero con vosotros, un texto realmente significativo e interesante. Un texto corto, es este, y no tal complicado de Jorge Luis Borges. Una producción muy interesante, que describe "un tiempo que no podremos entender". Espero les apetezca


Juan López y John Ward


Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.